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martes, 26 de abril de 2011

Picasso y Marie Thérèse, un amor loco que perdura en el arte

NUEVA YORK. —Se llamaba Marie-Thérèse Walter, era una chica rubia, de 17 años, que el pintor Pablo Picasso, de 45, conoció afuera de las tiendas departamentales Galerías Lafayette una tarde de verano parisino en 1927.


Picasso, conocido por su debilidad por las mujeres no dudó en proponerle convertirse en su musa diciéndole que tenía un rostro de lo más interesante. “Soy Picasso”, le dijo para impresionarla, pero a Marie Thérèse el nombre no le sonó de nada. Así que el pintor malagueño la llevó a una librería en la que le enseñó un monográfico de sus obras. La chica, halagada, cayó en sus redes y tras una semana visitando el estudio del pintor se convirtió en su amante. Una de las más queridas (el romance duró 14 años y Picasso permaneció fiel a ella hasta que la fotógrafa franco-yugoslava Dora Maar apareció en su vida).

Durante todo ese tiempo, Marie-Thérèse inspiró la obra de Picasso y son precisamente estas pinturas las que conforman la exposición Picasso y Marie-Thérèse: L´Amour Fou (El amor loco) que desde el 14 de abril hasta el 25 de junio exhibe las más de 80 piezas dedicadas a la musa, en la galería Gagosian de Nueva York (555 West, 24 street).

Amor y arte

La retrospectiva es posible gracias a la historiadora de arte y nieta de la propia Marié-Thérèse, Diana Widmaier-Picasso y el curador y biógrafo de Pablo Picasso, John Richardson que según contó en exclusiva a la revista Vanity Fair en un avance de su libro, A Life Of Picasso ,volumen cuatro, Marié-Therésè salvó la vida al artista al conocerla en un momento en el que estaba hundido psicológicamente. En ese entonces, el pintor malagueño estaba casado con la bailarina rusa Olga Khokhlova, quién tras las constantes infidelidades del pintor desarrolló una crisis nerviosa que la volvió paranoica y llevó sus celos al extremo.

Picasso, asfixiado por Olga, encontró en Marie-Thérèse un refugio y una nueva aventura inspiradora que durante años tuvo que mantener en secreto, incluso en su obra. De hecho, según explica Richardson, las primeras apariciones de su nueva musa fueron en códigos eróticos como el de una guitarra que espera a ser tocada (Guitare à la main blanche. 1927).

Pero no fue hasta muchos años después, en 1932, cuando una serie de retratos de Marie-Thérèse que Picasso expuso en la Galería Georges Petit de París -y que también se pueden ver en esta exposición-, abrieron por completo los ojos de Olga quién por fin descubrió la identidad de la nueva mujer que le arrebató a su marido. Desde entonces, la bailarina no dejó de entrar y salir de hospitales psiquiátricos. Incluso después de divorciarse del pintor.

Amor y dolor

Basta recorrer los primeros pasillos de la exposición para descubrir cómo Walter llenó de vida al artista durante sus años más prolíficos. Lo primero que sorprende son los retratos de la musa a la que el pintor idolatraba y de quién siempre destacaba su nariz.

Pero, también hubo dolor y desencanto en el amor más duradero del artista. Poco después del cumpleaños 50 de Picasso, Marie-Thérèse dio a luz a María de la Concepción, una hija que despertó el lado más paternal del pintor Pablo Picasso.

Sin embargo, sólo dos meses después, Picasso conoció a la fotógrafa Dora Maar con quién emprendió un nuevo amorío. A partir de ese momento, empezó una doble vida. A Marie Thérèse y a su hija las llevó a vivir a una casa de campo situada a varios kilómetros de París a quienes visitaba los fines de semana mientras que con Maar compartía su vida de éxito y lujo parisino. De esta época se desprenden varias pinturas en las que se pueden ver las escenas más maternales de Thérèse.

Tampoco faltan retratos de Maya, apodo de su hija María de la Concepción, ni las esculturas que su diosa rubia también inspiró. Una carta de amor de Picasso a Marié-Thérèse cierra la exposición cuyas obras abarcan desde 1927 hasta 1940 e incluye muchas piezas de Picasso que nunca antes se habían visto en Estados Unidos.

La galería Gagosian fue transformada por la arquitecto Anabelle Selldorf para acoger las pinturas y esculturas del artista en un marco perfecto.

Y, para complementar este viaje a la obra de Picasso, la exhibición es acompañada por un catálogo ilustrado con un nuevo ensayo biográfico de John Richardson y Diana Widmaier-Picasso que incluye fotografías nunca antes publicadas de Marie Thérèse provenientes de los archivos familiares.

www.eluniversal.com.mx/

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