Alejandro Campos Ramírez, alias Alejandro Finisterre, fue un poeta, editor e inventor gallego conocido por crear el genial futbolín.
En 1936 resultó herido en uno de los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil Española, y durante su estancia en el hospital, conoció a muchos niños heridos cuya mayor pena era la de no poder jugar al fútbol.
Al recuperarse, y basándose en el tenis de mesa, encargó la construcción de su primera mesa de futbolín. Las empresas jugueteras no pudieron fabricar el producto en serie porque habían sido nacionalizadas por ambos bandos, siendo dedicadas a la manufactura de armas.
Al terminar la guerra, la victoria del bando nacional golpista hico que se exiliara en Francia, pero antes había patentado el producto en Barcelona que perdió mientras atravesaba los Pirineos a pie, lo que posteriormente causó que los jugueteros valencianos se apropiaran el invento como propio durante muchos años (aun así, y a pesar de no conservar la patente, numerosos diseños con su nombre seguían existiendo entre carpinteros y jugueteros españoles).
Su vida estuvo llena de aventuras. En los últimos años de su vida se trasladó a Zamora para cumplir como albacea de su amigo el poeta León Felipe. Murió en 2007, y sus cenizas fueron esparcidas en el río Duero desde el puente de piedra de Zamora y en el Atlántico, desde Finisterre.
Cacela
En 1936 resultó herido en uno de los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil Española, y durante su estancia en el hospital, conoció a muchos niños heridos cuya mayor pena era la de no poder jugar al fútbol.
Al recuperarse, y basándose en el tenis de mesa, encargó la construcción de su primera mesa de futbolín. Las empresas jugueteras no pudieron fabricar el producto en serie porque habían sido nacionalizadas por ambos bandos, siendo dedicadas a la manufactura de armas.
Al terminar la guerra, la victoria del bando nacional golpista hico que se exiliara en Francia, pero antes había patentado el producto en Barcelona que perdió mientras atravesaba los Pirineos a pie, lo que posteriormente causó que los jugueteros valencianos se apropiaran el invento como propio durante muchos años (aun así, y a pesar de no conservar la patente, numerosos diseños con su nombre seguían existiendo entre carpinteros y jugueteros españoles).
Su vida estuvo llena de aventuras. En los últimos años de su vida se trasladó a Zamora para cumplir como albacea de su amigo el poeta León Felipe. Murió en 2007, y sus cenizas fueron esparcidas en el río Duero desde el puente de piedra de Zamora y en el Atlántico, desde Finisterre.
Cacela
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